domingo, 29 de enero de 2012

El comienzo de algo maravilloso.


Una noche de antro. Son  las 11:30 de la noche y apenas empezaba  a ponerse el ambiente. Iba con mis primas y unos amigos. Por una extraña razón esa noche no tenía ganas de tomar ni una gota de alcohol, preferí divertirme sanamente bailando y platicando con los amigos.  Después de una chistosa charla, un hombre se acerco para decirme qué si bailaba con él, acepte bailar, y durante el baile empezó preguntarme las cosas básicas ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos años tienes?  ¿En dónde vives? El hombre me atraía así que le seguí la corriente.

Se paró la música. Me invito un trago pero no quise aceptarlo. Comenzamos a conocernos. Ya con un poco más de confianza me comento, que  al día siguiente tenía que ir de viaje a  Vallarta, por cuestiones de trabajo. Preguntó qué si quería acompañarlo, así servía y nos conocíamos  más a fondo. Impulsivamente acepte. Tenía ganas de una experiencia nueva, y loca. Me cito al día siguiente para irnos al viaje .Salimos  a las 10 de la noche de su casa, nos fuimos en su carro.

Llegando al hotel  nos instalamos, y más tarde salimos a cenar. En el transcurso de la cena me besó. La piel se me puso chinita. Sentir sus labios tan cerca fue excitante.  Me dejé llevar  por el momento, luego de unos buenos besos y caricias llego el momento fuerte. Nos fuimos  a la habitación y empezamos a consolidar el romance. Fue un momento  lleno de pasión, cuando sentí sus manos tocar mi cuerpo, sus labios empapados en mi boca, fue algo encantador.

Finalmente nos quèdamos dormidos, abrazados uno del otro, algo inolvidable. Por la mañana no esperaba más de ese hombre. Me despertó llenándome de besos y caricias. Llegó el momento en donde me pregunte ¿Qué sigue después de esto? ¿Él querrá algo bien conmigo? No quise adelantarme a los hechos. Por la tarde él se fue a arreglar los pendientes que tenía de su trabajo. Me quedé sola hasta la noche. Cuando llegó se porto indiferente y dijò que teníamos que regresar a nuestras casas. Me moleste demasiado, no quedó de otra más que empacar.  Cuando veníamos de regreso le pregunte que por qué el cambio tan repentino en su actitud, no me contesto, solo me llevó a mi casa y me dijò que luego hablábamos .